Lo secuestraron en “la vuelta por México” y se arrepiente de haber llegado a Estados Unidos

Conocimos a Jonás durante una visita al Centro Sanitario de Santo Domingo. Era la mañana del martes 13 de diciembre de 2022. Llegó en su motor, se le veía apurado y tenía razón para estarlo. Esa misma tarde, a las 4:00, tomaría con ilusión un vuelo con destino a San Salvador para hacer «la vuelta» hacia Estados Unidos.Con un secuestro, gélidas temperaturas e interminables viajes en carro terminó la semana y media de la ruta. Lo que nunca imaginó fue que semanas después se arrepentiría de haber llegado a su anhelado Estados Unidos.Llegó al Centro Sanitario en búsqueda de la vacuna contra la fiebre amarilla, requisito obligatorio para viajar a Sudamérica.Esa noche llegó a El Salvador, donde comenzaba la ruta, y unos taxistas involucrados con los coyotes los trasladaron hacia la frontera con Guatemala, a unas cuatro horas de distancia del aeropuerto.

El recorrido ilegal siempre se hace con un coyote, recalca en varias ocasiones el joven padre de dos niñas. ¿Por qué? Porque son quienes manejan «los códigos» para comunicarse con autoridades migratorias y hasta secuestradores.Para Jonás no fue un problema entrar a Guatemala, el gran sacrificio fue al momento de pisar suelo mexicano. Allí el viaje comienza cuando llega a Tapachula, Chiapas, donde meses antes otorgaban visas humanitarias que, según dice, han detenido por la gran ola migratoria que se está movilizando por las fronteras. Lo mismo pasa en las oficinas del Instituto Nacional de Migración en San Pedro, en Tapanatepec, Oaxaca, donde tampoco pudo conseguir el preciado documento que les permite circular con mayores libertades.Así que Jonás y los demás migrantes que lo acompañaban recorrieron cientos de kilómetros sin permisos. Y fueron detenidos en un sinnúmero de ocasiones por las autoridades policiales y militares mexicanas, quienes les pedían dinero para «su aguinaldo navideño».»El dinero sin conexión es un papel obsoleto»En el bus que lo trasladaba desde Tapachula a Ciudad de México había 16 migrantes, solo llegaron diez.»El problema comienza en que tú tienes que ir pagando desde el comienzo de México hasta el final, pero todo es con ‘claves’, por eso es que los coyotes son más que necesarios en esa vuelta», dice el joven que era miembro del Ejército de la República Dominicana y decidió abandonar la institución por los maltratos y bajos salarios que asegura le ofrecían.Los contactos pagan para que cada migrante esté seguro. Y eso les permitió que la mayoría saliera ilesa de un secuestro perpetrado por una banda.Jonás recuerda que una noche estaban en un vehículo y se les ponchó un neumático, lo que les obligó a detenerse. De repente aparecieron unos 30 hombres fuertemente armados con la intención de secuestrarlos. Ante la amenaza, el chofer les dijo un código, pero ellos no entendían de qué estaba hablando. El problema era que se habían detenido en un área que no les correspondía.

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