Los 20 mejores vinos tintos que puedes beber a día de hoy ordenados del más barato al más caro

En el reparto de temas de junio he recibido un mail de mi jefe en el que me insta a escribir sobre los “20 mejores tintos”. Así, tal cual. Como si el vino fuera el ranking de la ATP. Estas son las situaciones con las que tengo que lidiar a diario.

Por tanto, aprovechando la libertad de concepto -ofrecida, sin duda, por desidia de la jerarquía a la que me debo-, voy a hacer una selección de los mejores vinos bebidos desde que llegó la COVID-19 a nuestras vidas.

Alguna acotación tenía que incluir, y la del precio por botella siempre me ha parecido prosaica. Además, entre encierros y confinamientos varios, me he puesto fino in da house. Vamos, que tengo donde elegir.

Pero antes, otra precisión: no voy a incluir en este listado otros tintos ya aparecidos en capítulos anteriores (como nuestras listas con los 24 mejores vinos Ribera del Duero o nuestros vinos preferidos de Rioja). Lo digo por si echáis en falta un Rioja Alta 890 o el Caiño Tinto de DO Ferreiro. Así que, por el amor de Dios, antes de criticar la ausencia de vuestra referencia favorita, comprobad que no la incluyera en una selección pretérita. Que seguramente no, y ello obedezca a la mediocridad de vuestra propuesta, pero que miradlo.

Tampoco, como es habitual en mí, están ordenados por calidad, sino que su orden obedece al ritmo creciente de dolor de bolsillo. Lo cual a muchos he visto que les genera un dolor físico real. Por ello, de verdad, parad de leer cuando lleguéis a vuestro umbral, porque tened en cuenta que ahora vienen 20 vinos.

Estáis ante un texto del tamaño de un relato de Ambrose Bierce o Robert Bloch. Sé que no sabéis quien son (lo hago adrede para parecer más guay aún), pero vamos, lo que quiero decir es que va a ser lo más largo que leáis este verano. Empiezo:

1. Adegas Guímaro, Finca Meixemán, 2018, DO Ribeira Sacra. 24,90 euros.

los 20 mejores tintos para darte un capricho

ADEGAS GUÍMAROPUBLICIDAD – SIGUE LEYENDO DEBAJO

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Y lo hago con un tinto gallego de culto a base de, yo creo, todo lo que hay por la zona, a saber: Caiño Tinto, Sousón, Mouratón, Garnacha Tinta, Mencía, Brancellao y Merenzao.

No os pongáis tan contentos con su precio, y más con lo que está por venir, porque no solo yo sé que está muy bueno, lo que, sumado a su limitada producción, hace que desaparezca rápido de las estanterías especializadas y de internet. Hay que estar ágiles, esquirers. Que luego me vendréis llorando que no lo encontráis.

2. Suertes del Marqués, Las Suertes, 2019, DO Valle de la Orotava. 32,90 euros.

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SUERTES DEL MARQUÉS

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Allá donde haya una selección top escrita por mí, habrá vulcanismo. Y es que si de algo soy fan es de los vinos tinerfeños de Borja Pérez (Ignios Orígenes) y Jonatan (pronunciado así, con jota, no Yonatan) y su bodega worldclass Suertes del Marqués.

He elegido Las Suertes porque, además de haber volcán inside certificado por mí, vengo a hacerle de agencia de comunicación, ya que este vino es el que antes se conocía como El Ciruelo, dado que la Listán Negro que vertebra este tinto proviene de una finca llamada así.

La intrahistoria es que una empresa hortofrutícola murciana ya tenía registrado ese nombre y Jona se vio obligado a rebautizar a uno de sus vinos estrella. Le han hecho un gran favor estos murcianos, ya que El Ciruelo es buen nombre para una marca de fruta, pero no para una referencia vínica de culto. Siento que pueda parecer clasista, pero mira, así os dejo carnaza para vuestro Twitter.

3. Jean Foillard, Morgon, Côte du Py, 2018, Beaujolais, Francia. 34,17 euros.

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JEAN FOILLARD

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Primera incursión hacia Francia con un productor que nos hace mucha gracia pronunciar a los españoles y hacer juegos de palabras conjugando y relacionando el verbo de acción “follar” con el apellido de este gran elaborador. Ejemplo: “Como me gusta follar”, pero refiriéndote a Foillard.

No tengo ninguna duda de que, siguiendo este camino, España será imperio otra vez. Mientras tanto a disfrutar de este tinto que tan bien equilibra frescura y complejidad. Yo le doy a Foillard siempre que puedo.

4. Oxer Bastegieta, Suzzane, 2018, DOCa Rioja. 34,90 euros.

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OXER BASTEGIETA

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Garnacha realmente singular. Cuando todo el mundo está intentando hacer garnachas frescas a base de delgadez e inocuidad, Oxer se marca una densa, voluptuosa y contundente, con un tanino frutal realmente umami.PUBLICIDAD – SIGUE LEYENDO DEBAJO

Es muy gratificante, con la cantidad de vinos clónicos que hay por ahí, beber un vino tan diferente y tan bueno.

5. Cortijo los Aguilares, Tadeo, Petit Verdot. 36,90 euros.

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CORTIJO LOS AGUILARES

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Ahora toca una de mis bodegas fetiche que, además, está ubicada en uno de los municipios más bonitos que yo he visto: Ronda. En tal privilegiada ubicación, la enóloga Bibi García se marca un tintazo mediterráneo, pero sin caloret mediante. No pacharanea, ni empalaga. Al contrario: es realmente adictivo.

Una referencia que pone en tela de juicio a la xenofobia ampelográfica winelover, ya que esta gente es muy negativa con toda variedad que no sea muy española e histórica. Que sí, que la Carrasquín está muy bien, pero que quien se pierda esta Petit Verdot por hacer el VOXer es un lelo de cuidado.

6. Descendientes de J. Palacios, Villa de Corullón, 2018, DO Bierzo. 39,90 euros.

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DESCENDIENTES DE J. PALACIOS

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Voy con una de las bodegas estandarte de una de las regiones más excitantes del panorama español: el Bierzo. Esta gente se marca referencias mileuristas (La Faraona) y asequibles (Pétalos) para que nadie se quede sin su Mencía. Vocación de servicio público el suyo. Todo con el común denominador de ser fácil de beber y muy complejo.

Factoría de vinazos, pero, independientemente de los precios, mi favorito siempre ha sido su clase media Villa del Corullón. Que sale por casi 40 euros, pero realmente son 80, porque es muy difícil solo tomarse una botella. Es como lo que pasa con los Doritos naranjas esos del demonio que es imposible comerse solo un par y cerrar la bolsa. Lo mismo.

7. Raúl Pérez, Valduerna, 2013, vino del Bierzo. 42,35 euros.

RAÚL PÉREZ

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Es más fácil glosar la biblioteca de Alejandría que enumerar las referencias que elabora, o proyectos con los que colabora, Raúl Pérez. De este Valduerna hay muy poca información en las redes. Hasta donde sé, es una Mencía del Bierzo “tondonizada”.

Si os fijáis, estamos ante una 2013 como última añada a la venta. Esto es una praxis muy costosa, propia de bodegas de otras épocas como López-Heredia, Faustino, Muga, Vega Sicilia, etc. Pero no tan habitual en el winemakerismo actual, ya que por temas de costes y riesgos ponen en circulación los vinos con muy poca botella y ya, si eso, que los guarde el consumidor. En cualquier caso, estamos ante un vino desconocido de una clase tremenda. Si es que hay que “tondonizar” más (cuando proceda).

8. Pio Cesare, Barolo, 2016, Italia. 68,95 euros.

PIO CESARE

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No puedo negar que estos listados, como los de cualquier otra disciplina, implican un ejercicio de ego y vanidad al servir como proyección de la propia personalidad: según sean mis recomendaciones, pues así seré yo de guay.

Esto ha hecho que grupos de música, autores y películas petulantes, plomizas y vacuas estén en muchas selecciones de “Lo mejor de…”. Viven de eso, de escritores o periodistas que no escriben pensando para el público, sino en lo bien que van a quedar con sus colegas cuando lo lean. Por ello no puedo publicar una alineación estelar de tintazos sin que haya un vino del Piamonte de nivel, ya sea Barolo o Barbaresco. Lo

Pues vamos con uno de mis favoritos: Pio Cesare, cuya Nebbiolo es de las mejores que conozco por debajo de 100 euros. Bueno, no. La mejor. Y por eso está aquí.

9. Boekenhoutskloof, Syrah, 2015, Franschhoek Valley, Sudáfrica. 76,10 euros

BOEKENHOUTSKLOOF

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Como os podéis suponer, nadie que no sepa alemán, flamenco, danés o similares, llama a este vino por su nombre, conociéndose coloquialmente en los círculos winelover, dada su etiqueta, como “el vino sudáfricano de las sillas”. La propia bodega le denomina “The 7 Chairs”. Y es que el Boekenhout es un árbol autóctono de la región con cuya madera se hace ebanistería, siendo cada modelo de asiento de la etiqueta una cumbre de estilo de la artesanía del lugar de los dos últimos siglos.

No temáis que la madera solo está presente en esta historia, dado que el contenido es una Syrah finísima, que, con la debida paciencia entre apertura, oxigenación e ingesta, te arregla el día. Impresionante.

10. Jean Louis Chave, Saint Joseph, 2015, Ródano. 86,51 euros.

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Pues otro ejemplo de Syrah descomunal, pero en este caso proveniente de Francia, del Ródano. Un productor de referencia acostumbrado a la excelencia y que solo hace vinos generadores de stendhalazos.

No sabéis lo que emociona, cuando pruebas tanta metralla como yo, encontrarte con semejante finura. Con un vino en el que todo está en su sitio funcionando a un nivel máximo. Ahora ya solo os queda apartar los casi cien euros que cuesta. Y daros prisita que esto también se agota con facilidad.

11. Remírez de Ganuza, Gran Reserva, 2011, DOCa Rioja. 89,90 euros.

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REMÍREZ DE GANUZA

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Otro tintazo de nivel a base de Tempranillo y en torno a un 10% de la variedad winelover Graciano. Vino rotundo y contundente ejemplo de que se pueden hacer vinos con cuerpo y grandes tiempos de crianza si en la materia prima hay nivel y los implicados en la vinificación tienen tacto.

Está muy bueno, alta acidez, mentolado de jerarquía que recuerda mucho a Burdeos (a los Burdeos buenos) y gran potencial de guarda, aunque siempre insisto en que lo más importante es nombrarlo bien: no es Ramírez. Es Remírez, con “e”, de Ganuza.

12. Château Figeac, 2014, Saint Emilion, Burdeos. 158,11 euros.

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CHÂTEAU FIGEAC

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Si el anterior recuerda a Burdeos, este directamente es que es Burdeos, si bien no evoca a la región de donde proviene: Saint Emilion. Figeac es contracultural. Y es que, si en la región más hortera de Burdeos (Saint Emilion debió de ser un pueblo bonito y coqueto en su momento. Ahora es una turistada horripilante), lo que se lleva en los ensamblajes es la mínima utilización de la Cabernet Sauvignon, este Château sigue utilizándola con generosidad.

Les queda fenómeno al darles un toque clásico… pero de la otra orilla del estuario del Gironda. Y de verdad os lo digo: si vais a Saint Emilion, id a sus bodegas y pasad rápido por el pueblo en sí, lo justo para echar una foto para el Instagram y listo.

13. Castillo de Ygay, Gran Reserva Especial, 2010 DOCa Rioja. 185 euros.

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A la fiesta del Ygay tinto me sumo sumamente tarde, pero es que no lo había probado hasta esta misma semana. Para quien no lo sepa, a mediados de diciembre de 2020, la prestigiosa publicación estadounidense Wine Spectatorpuso a esta etiqueta como absoluto Top 1 de su Top 100 anual, para cuya confección -cuentan- han probado 11.000 referencias.

El revuelo fue enorme, pero yo no hice mucho caso porque estas publicaciones, revistas o guías me dan bastante igual, y a vosotros os deberían dar bastante igual. Menos yo, todo debería daros bastante igual.

La consecuencia inmediata sucedió en las tiendas, en donde esta añada se situó a casi el doble de precio de lo que solía costar. Es el mercado, amigos. Pues, por fin, lo he podido probar. Además, con generosidad. Y está realmente bueno. Clase mundial, esquirers.

14. Artadi, El Carretil, 2015, Laguardia. 185 euros

ARTADI1

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Otra bodega que es difícil que omita de una representación de pepinazos es Artadi.

Perteneciente a su colección de parcelarios, monovarietal de Tempranillo de un viñedo alavés llamado “El Carretil”, con un año de crianza en 0 barrica de roble francés (lo cual no es mucho tiempo para este porte de vinos) y embotellado en 2017, lo que hace que ya tenga cierto asentamiento, aunque esté aún lejos del momento “nirvanesco” denominado ready to drink.

Son vinos para guardar décadas, pero ya están bastante disfrutables. Perfecto para un partido de la Eurocopa. Yo tengo marcado a fuego el Rusia–Dinamarca.

15. Quinta do Vale Meao, 2017, Douro, Portugal. 191,94 euros.

QUINTA DO VALE MEAO

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Hay algo que no me explico en este vino. Y es que yo, esta referencia, de la que me quedan dos botellas, se la compré a un amigo por 50 euros. Este mismo, esta añada. No sé cómo puede estar ahora rozando los 200 euros por mucho precio que me haga mi colega. Era mejor amigo de lo que me pensaba.

A ver: está bueno, muy bueno. Tiene un culto considerable, además de una historia muy singular: este viñedo se destinaba a ser parte del mito líquido portugués Barca Velha hasta 1999, año en que, por lo que fuera, la familia propietaria decidió utilizar la uva de dicho viñedo para lanzar su propio vino. También se popularizó en los círculos más neoliberales y “cuñaders” patrios al protagonizar una polémica de Marcos de Quinto en la que se declaraba fan de este Douro.

Espero que no lo mezclara con Coca Cola. Y no, no os voy a dar el contacto de mi “Vale Meao dealer”.

16. Dominio de Atauta, San Juan, 2014, DO Ribera del Duero. 230,15 euros.

DOMINIO DE ATAUTAPUBLICIDAD – SIGUE LEYENDO DEBAJO

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Cuando leo, o escucho, que “si la Ribera del Duero solo hace castóreo” o que “si es una región apocalíptica en cuanto a finura en sus vinos”, me da por poner la misma cara que le pondría Jesucristo a un niño.

Y es que, si bien es una región, como todas, con sus problemas -maderones y pacharaneos-, yo creo que ya hay las suficientes bodegas para que nos empecemos a cuestionar este lugar común de winelover de Instagram

Para comprobar lo que digo tampoco hace falta gastarse más de 200 euros, pero si los tenéis, una opción muy seria es esta barbaridad de Dominio de Atauta, una de las bodegas que están poniendo a Soria en el mapa del terroir de este país.

Bueno, es que yo creo que hay pueblos de Soria con inmuebles más baratos que este tinto.

17. Montevertine, Le Pergole Torte, 2013, IGP Toscana. 261,84 euros

MONTEVERTINE

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Yo también tengo mis analfabetismos. No os creáis. Sí, en serio. El caso es que hasta hace un par de años no conocía esta Sangiovese que resulta que es muy popular entre los iniciados en los vinos italianos.

Eso sí, fue beberlo y flechazo inmediato. De lo mejor que ha exportado Italia junto al Giallo, el Italo Disco y Mediaset.

18. Thierry Allemand, Cornas, Chaillot, 2016. 292,82 euros.

THIERRY ALLEMAND

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Me está quedando un listado muy Syrah lover sin yo pretenderlo, pero la vida confinada se me ha dado así. Desde luego, la reiteración en esta variedad me importa poco si nos ponemos delante de la mejor que yo he probado en mi vida. Así es.

Thierry Allemand es un productor radicalmente natural que no utiliza ningún tipo de química en su proceso de elaboración, a tal punto que una vez le oí decir que no es que ya él ni se plantee otro tipo de viticultura: es que solo bebe este tipo de vinos. Si hubiera un “ISIS naturi”, este hombre lo encabezaría.

De todos modos, utilizo esta referencia para aquellos que se mofan de los vinos naturales. Que sí, que hay mucho vinagrero vestido de viñador maldito detrás de esta trinchera. Pero a los que les salen bien, a los que lo saben hacer, les quedan unos vinos tan memorables, nítidos y perfectos como al que más.

Lo que un amigo mío llama “los naturales que no parecen naturales”. Este es uno de ellos. Y a unos y a otros os digo que hay que estar a lo que hay en la copa y dejarse de tanto prejuicio, que parecéis políticos.

19. Sassicaia, 1997, Bolgheri. 548,47 euros.

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La pandemia está teniendo, más allá del drama evidente, situaciones bien extravagantes. Sassicaia es un mito de la Toscana. En concreto del movimiento conocido como Supertoscanos (el apelativo se lo pusieron los, siempre tan flipados, norteamericanos).

Son vinos que utilizan variedades esencialmente francesas (Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc… y lo que pillaran), dejando en un papel casi de figurante a la canónica del lugar: la Sangiovese.

Todo esto, junto a una vinificación muy bordelesa, comienza en los 70, pero es en el 85 cuando Decanter pone a Sassicaia en el mapa en una cata en la que barre a cabernets internacionales, incluidos los mitos del Medoc. Sassicaia es una de las etiquetas más importantes de la historia del vino italiano. El caso es que hasta antes de la pandemia yo solo lo había catado una vez, un 2014, en un concurso a ciegas, y lo mandé a un Cheval Blanc de Saint Emilion. Esto quiere decir que me gustó.

Pero desde que convivimos con el coronavirus han aflorado, sin explicación aparente, Sassicaias por doquier. Tan solo en 2021 he probado un 2017, un 1997 y un 1996, y a muchos de mi entorno les ha ocurrido lo mismo. Algo digno de la nave del misterio. Investigaremos. Vamos, que lo voy a investigar, pero por mí que la anomalía siga. Que el ritmo no pare.

20. Penfolds Grange, Shiraz, 2015, Adelaide Hills, South Australia. 673,89 euros.

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PENFOLDS GRANGE

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Y acabo con otra Syrah: con el vino, hasta donde yo sé, más caro de Australia. De hecho, hay añadas recientes que rozan los 1.000 euros.

Hago constar que es una Syrah muy diferente a las francesas, ya que aquí, quizá por lo potente de su concepto junto a su juventud, no se ve tanto las particularidades de esta uva y sí más las del conjunto de un vino que, aunque está en las antípodas (que bien traído) del fresqueo, sí que tiene una finura ligada a una estructura que me hace pensar que esto, con (mucha) guarda, va a estar de antología.

Aun así, yo me quedo con las dos referencias galas ya comentadas, pero si vais desahogados pues compradlo y comparáis. Que es muy didáctico. Casi tanto como este texto. Me he quedado bastante a gusto, la verdad

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